Imágenes sonoras Nro. 1

Una simple muestra de cómo la música puede transportarnos a distintos lugares y/o situaciones. Ésto a mi me transporta a una ciudad, en el momento que se levanta el viento, se pone negro el cielo, vuelan las hojas por todos lados, y la gente corre para llegar a sus casas antes que empiece a llover.

Estás escuchando: Ryuichi Sakamoto - Rain
Conste que interpreté la situación sin conocer el nombre del tema, sino hubiera sido demasiado obvio. Pero el tema de todas formas transmite eso al escucharlo.

Artista del Mes

Como a mucha gente, la radio me hace compañía mientras trabajo en la oficina todos los días. Por mi edad, mi cultura y mi entorno, hay estaciones de radio que se adecuan más a mi forma de ser, lo que no siempre coincide con mis compañeros de oficina, con quienes me veo obligado a convivir. Al menos no con todos ellos. Es por ello que a veces surgen discusiones sobre qué radio escuchar. Por suerte los cambios de estación no son tan distantes como podría ser “música clásica vs cumbia”. Todos estamos orientados para un mismo lado, pero nos separamos en distintas ramas. Los “mas viejos” quieren escuchar clásicos de rock de los 80’s y nosotros los jóvenes queremos escuchar novedades musicales (aunque acordemos que ya no somos tan jóvenes, porque nos damos cuenta de que ya lo nuevo no nos parece digno. Será que estamos viejos o que realmente la calidad de la música popular actual ha disminuido mucho?).

En concreto, los más viejos prefieren escuchar radios como Aspen (102.3), La Cien (99.9), La Mega (98.3), Gen (101.5). Mientras que nosotros preferimos las más modernas o joviales, tales como La Metro (95.1), Kabul (107.9) y la Rock & Pop (95.9) para nombrar algunas.

No quiero poner en tela de juicio cuales son mejores o peores. De hecho, los viejos y los jóvenes coincidimos en que algunas de éstas radios son “escuchables” por los dos. Éstas son Aspen (de viejos pero soportable por jóvenes) y la Rock & Pop (de jóvenes – no tan jóvenes, por eso soportada por los viejos – siempre y cuando no sea el programa de la depravada sexual Elizabeth Vernaci). En definitiva, y como somos más posesivos los mas pequeños, terminamos manejando nosotros el dial, por lo que básicamente se hace lo que nosotros queremos. Es así que las 2 radios más escuchadas en la oficina son La Metro y Aspen, en ese orden de importancia.

Resulta que en Aspen hay una pequeña sección independiente del programa de turno, llamada “Artista del Mes”. En ella hacen una breve reseña histórica del artista homenajeado en el mes en curso; recopilan una serie de anécdotas, relatan su pasada por el país en tiempos mejores si es que nos hubiera visitado, etc. Hasta el momento habían hecho elecciones de artistas razonablemente respetables. Por la lista han pasado: The Beatles, The Rolling Stones, Oasis, Aerosmith, U2 entre otros. Por más que sean elecciones simples y seguras ya que no le pueden errar con ellas, todavía quedan infinidad de artistas medianamente populares con un repertorio respetable y destacable; no voy a entrar en detalle de quiénes sí y quiénes no, pero son muchos (por más que no estemos hablando de música de mi preferencia, hay mucha música pop, de años pasados que es remarcable). Quizás no haya prestado suficiente atención a los nombres que fueron desfilando por ésta sección, pero a mi parecer todavía faltan varios. Es por eso que me indigna que, por ejemplo el mes pasado, el artista del mes haya sido Bon Jovi! No puedo creer que alguien homenajée seriamente a un artista de esa calaña. Pero si me sincero, se trata de música que yo escuché en mis inicios en la música a la edad de los 12 años aproximadamente y, por más que hoy me de cuenta que musicalmente no es de lo mejor, me trae recuerdos de aquella época, no importa si buenos o malos, pero logra que al menos por un instante vuelva a tener 12 años y las pocas preocupaciones que esa edad trae consigo.

Es por esa pequeña y entendible simpatía que me genera que me resultó minimamente soportable el mes pasado (aunque debo admitir que más de una vez colmó mi paciencia). Pero este mes decidieron (mal por cierto) elegir como artista del mes a nada mas ni nada menos que a… TINA TURNER!

En qué estaban pensando al momento de elegir? Acaso no hay una lista de prioridades? Creo que si realmente la hubiera, Tina Turner no podría ser el artista destacado del mes hasta al menos el año 2045. Asimismo, no paran de comentar las épocas de mujer golpeada o de alcohólica. Es muy recurrente la historia y la verdad es que dudo que hayan muchos oyentes que se sientan realmente interesados en lo que puedan contarle de esta llamada “artista”. Como es de imaginarse, este mes no se escucha la radio Aspen en nuestra oficina.

Supongo que no debo ser el único indignado con este trago amargo que nos hacen pasar los amigos de ésta radio. Vamos, que se pueden hacer las cosas un poco mejor!


Estás escuchando: Tina Turner - What You Get Is What You See
(sólo para fastidiar a aquellos que no tienen el placer de escucharla en la radio). Igual si hay alguien tan triste como para querer bajar el tema a su computadora, siéntase libre de clickear el nombre del tema. Juro que no mantengo un registro de quién baja el tema, no los voy a burlar después.

Intro

La música nos rodea, no lo podemos ignorar. Y lo hace queramos o no. La mayoría de las veces no pedimos escuchar música, pero se nos impone de todos modos. Muchas otras sí queremos escucharla, y no podemos o no encontramos lo que queremos. La cuestión es que gran parte de nuestro tiempo despiertos lo pasamos escuchando música, consciente o inconscientemente.

Pongámonos a pensar cuántas horas nuestros oídos pasan expuestos a música por día. Empezamos por prender la radio o la tele al despertarnos y tomar el desayuno. Los que viajan en auto seguramente escuchen radio o música en el stereo de su auto y los que no, probablemente lleven su reproductor de música portátil consigo a todas partes (y en caso de no hacerlo no se preocupen; el chofer del colectivo amablemente comparte su música con todos los pasajeros). Los que trabajamos en oficinas, tenemos todo el día la compañía de la radio a la cual prácticamente ignoramos la jornada entera y sólo pequeños fragmentos pasan a nuestra memoria, lo demás es automáticamente desechado como si nunca hubiera transitado por nuestro cerebro. Al salir de la oficina, nuevamente el stereo del auto o el reproductor portátil o la tan amada cumbia (o boleros en el mejor de los casos) del chofer de colectivo. Llegamos a casa y prendemos la tele para despejar la mente por un instante y seguramente hagamos una pasada por los canales de música. Si no fuera así, los canales de aire también hacen lo suyo para seguir nutriéndonos del arte de combinar sonidos y silencios. Ya sea un partido de fútbol, un talkshow, un teleteatro, un programa de juegos, todos tienen una música especialmente elegida para estar de fondo, acompañar y sobre todo complementar lo que está entrando al mismo tiempo por los ojos. Incluso si queremos ver una película, aunque no nos demos cuenta casi todo el tiempo hay música de fondo. La banda de sonido de una película no solo son los 12 tracks de rock que salen a la venta en CD, sino muchas otras composiciones de orquesta que prácticamente ignoramos cada vez y no notamos siquiera que están ahí, pero les aseguro que si no estuvieran sentiríamos un vacío muy importante.

Y es así que la música se convierte en una suerte de banda sonora de nuestra vida, moldeando muchas veces nuestro estado de humor del momento. Muchas veces el cambio de humor que genera lo que estamos escuchando es producto de un factor ajeno a nosotros (radio por ejemplo) y algunas otras buscamos nosotros mismos lo que nuestro cuerpo nos pide, como si de una vitamina que nos falta se tratara.

Es muy fácil comprobar que la música tiene el poder de cambiar el estado de ánimo o la predisposición de quien la escucha con mucha facilidad. Existen los temas que tienen el poder especial de bajonear, de dar cargar pilas, de calmar, de poner agresivos, de seducir, etc. Existe la música que se escucha acompañado de amigos, la que se escucha con la pareja y la que escuchamos nosotros solos únicamente cuando sabemos que nadie más nos está escuchando porque nos avergüenza admitirlo (Vamos! Quién no tararea para su interior una canción que se le pegó en la radio y hasta le tomó cierto gustito, pero jamás reconocerá que le tiene una vaga simpatía?)

También tiene la música la capacidad de llevarnos a otros lugares; lugares donde estuvimos y lugares totalmente imaginarios. El oído, luego del olfato por supuesto, es uno de los únicos sentidos que tienen la capacidad de transportarnos en tiempo y espacio. Incluso, inconscientemente podría transportarnos al vientre materno al recordar música que escuchaban nuestros padres cuando aún no habíamos nacido.

Hay música que nos gusta y música que no. Hay aquella que nos atrae y aquella que nos produce repulsión. Y estos conceptos son puramente personales, ya que lo que nos atrae a nosotros puede repelerle a otros y viceversa.

La música despierta amores y odios; logra que veneremos a otra persona o banda como dioses y odiemos a otros como si fueran el mismísimo demonio. Los conciertos a los que deseamos ir se convierten en la respuesta a nuestras plegarias, y los de nuestros familiares, amigos o conocidos a los que asistimos únicamente por compromiso, pasan a convertirse en el merecido castigo por todos los males cometidos en nuestras vidas.

Aún estando tan rodeados de música, existimos aquellos que nos maravillamos a cada minuto con lo que ella nos transmite. Y eso es lo que planteo volcar sucesivamente acá: Las experiencias generadas a raíz de alguna música en alguna situación especial (o no tanto).

Estás escuchando: Daniel Lanois - Still Water