El Audiofilo: febrero 2007
23 febrero 2007
Tan perfecto que deja de ser perfecto.
Yo siempre digo que soy una persona con mucha suerte; pero de esas con tanta suerte que siempre temen que algo terrible les pase para equilibrar su universo. Por ahora sigo teniendo más y más suerte; y por ello cada vez me espero algo peor. Mientras tanto, las cosas se siguen dando positivamente.
Es así como 4 días antes de que tocara Coldplay en Argentina, me cayó del cielo una oportunidad de comprar entradas para verlos. Cabe aclarar que las mismas se habían agotado 4 horas luego de lanzada la venta; y, claro, yo no había llegado a comprar las mías, razón por la que estaba resignado a recibir comentarios de aquellos que fueran y me refregaran su experiencia en la cara. Pero no. No ese día. Me había llegado esa oportunidad y no la iba a dejar pasar por mas caras que fueran las entradas que me estaban ofreciendo (que eran de las mejores localidades ofrecidas en el teatro). En los sitios de subastas había reventa de entradas a precios ridículos, y a mi me había llegado la propuesta de comprar un par de entradas incluso a un precio menor del que me hubiera costado si las compraba en su momento por las vías normales, tal como hizo todo el mundo. Asi que no lo dudé ni un minuto y dije "Sí, las quiero, son mías!". Ahora me faltaba un pequeño detalle: definir quién me iba a acompañar.
Como todo caballero debería hacer, la primera persona en que pensé fue mi novia. Pero me faltó caballerosidad al decirle "Si querés venir, son $330". Por supuesto que no quiso venir. Pensé en rechazar las entradas y que siguieran su curso natural hacia los sitios de subastas y así generar más plata que conmigo. Pero se las ofrecí a Nico Kanto, quien hizo exactamente lo mismo que yo: Primero le presentó la GENIAL oportunidad a su novia, con el remate de que ella debería pagar por su entrada. Otro rebotado más. Asi que decidimos ir juntos. Él y yo.
Llegamos ese jueves al Teatro Gran Rex. Mucho orden, gente muy pacífica, muy atenta a las indicaciones de los organizadores. En resumen, un público extraño para lo que suelen ser los shows musicales en nuestro país. Mucha farándula, mucha gente vestida de oficina. Pero sobre todo muchas chicas jóvenes (y muy lindas por cierto). Claro, estábamos yendo a ver Coldplay. Qué otro público podría uno esperar encontrarse?
Pasamos ordenadamente adentro del teatro y, muy puntualmente, el show comenzó. No sin antes ver pasar un sinfín de personalidades del espectáculo junto con sus grupos de amigos por los pasillos.
El show fue, para decirlo de la forma más resumidamente posible, perfecto. Pero ¿cómo es un show perfecto? No hubo absolutamente nada que remarcar que se haya hecho mal. Una excelente elección de teatro para presentar un show de esas características por lo bien que suena, puntualidad al comenzar, calidad de sonido impecable, iluminación impresionante, un volumen de audio que no era ni demasiado fuerte ni bajo, ni una sola equivocación o falta de coordinación entre los músicos. En resumen, lo que cualquier músico sueña con llegar a lograr alguna vez con su proyecto. Y no hablo de "mi bandita con mis amigos". Hablo de lo que un músico en serio sueña con llegar a lograr. Esa "perfección perfecta". Pero... En una perfección tal, todo es como uno espera que sea, nada lo sorprende a uno, ya se sabe lo que sigue. Y es así que lo perfecto, de tan perfecto, deja de ser perfecto.
Al estar entre el público (en butacas por supuesto, ese público no era de "campo"), uno sabía qué temas esperar que tocaran, sabía esperar reacciones de los músicos, etc. Era como ver un DVD que uno ya se sabe de memoria. No me puedo quejar de absolutamente nada. Fue lo que tenía que ser. Pero justamente por eso, por esa falta de improvisación, por esa falta de sorpresa, quizás por esa falta de sentimiento, que no me transmitió la energía que sí me transmitieron otros shows mucho más imperfectos y hasta de artistas mucho menos profesionales que ellos.
La lista de temas, fácilmente podría usarse para editar un "Greatest Hits", ya que de principio a fin eran todos un éxito más grande que otro. Generalmente en los shows en vivo los músicos meten un bocado de personalidad, con algún cover de alguien a quien admiran, o con alguna versión totalmente modificada de un tema de ellos (de los conocidos o de los no tanto). Pero no esa noche. Estabamos escuchando el nuevo CD de grandes éxitos, en el mejor equipo de audio del mundo, pero como si estuvieramos en casa. Si cerrábamos los ojos, podríamos imaginarnos en el living de nuestras casas, sentados en algún sillón, escuchando los CDs de Coldplay a alto volumen. Así de perfecto y de respetuoso con las versiones originales fue el show.
Y es así que me dejó la sensación de experiencia imperfecta, aún cuando justamente lo único que fue es ser perfecto.
Estás escuchando:
Coldplay - A Rush Of Blood To The Head
posted by Audiofilo at
10:28 a. m.
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